Datos, más datos, fórmulas, información, más información y… ¿Cómo pretendemos de esta forma que los más pequeños estén atentos en clase?
Imagínense un monólogo aburrido y deteriorado durante cinco largas horas, y encima un monólogo que comienza nada más levantarse….uffffff….Creo que sólo de pensarlo se me abre la boca.
Y es que a veces es muy complicado o creemos que es muy complicado hacer que una clase sea divertida, pues, si nos paramos a pensar nuestros maestros percibieron una educación tradicional y estos a la vez fomentan una educación tradicional, de esta forma nuestros futuros maestros serán tradicionales en la enseñanza y así, sucesivamente….
Como educadores es importante saber que cuando enseñamos hay tres principios fundamentales a la hora de trasmitir conocimientos a los más pequeños, y estos son: divertirse, progresar y sentirse feliz y reconocido entre el grupo de iguales. Teniendo en cuenta estas premisas, es mucho más fácil si lo que queremos transmitir lo hacemos de forma divertida, de esta forma, el niño no solo aprende sino que también progresa.
Y es que, lo positivo mueve a lo positivo por lo que si nos sentimos bien avanzaremos en nuestro aprendizaje.
Han sido muy pocas veces las que he escuchado a un alumno decir que le gusta una asignatura en concreto, pero desde luego, si en alguna ocasión lo han hecho han amado esa asignatura por encima de todo. “porque me encanta las mates”, “porque el profe es súper divertido”, “porque hacemos juegos en clase”, “porque aprendemos cosas de mayores”….y es que es genial escuchar a un pequeño con esta retahíla…
Vivimos en una época muy divertida, en la que existen infinidades de materiales para enseñar e infinidades de recursos para aprender, tan solo tenemos que saber cómo y cuándo usarlos y así todo irá “sobre ruedas”.
“Dime y lo olvido, enséñame y lo recuerdo, involúcrame y lo aprendo.”
Benjanmin Franklin