“Muere otra voz en el aula”
La importancia de poder expresarse en el aula, la importancia de ser escuchado, la importancia de “tener voz”.
La difícil tarea de enseñar, a veces hace que nos planteemos si lo que estamos haciendo está bien o no. La “voz” del alumno persigue que analicemos y pensemos hacia donde está enfocada la enseñanza…como respuesta fácil y rápida, podemos decir que no es más que hacia el alumno pero no es tan fácil como parece ser. Debemos plantearnos: no el cómo enseñar, sino el “¿para quién?”. Será a partir de aquí cuando las respuestas a nuestras demás preguntas se solucionen.
Cuando hablamos de la “voz” del alumno nos referimos a que el docente como figura guía del aula no solo debe ver e interactuar superficialmente con sus alumnos sino que también debe encargarse de escuchar, conocer, y sobre todo, perseguir un fin donde la colaboración y la participación sean elementos claves en esa interacción.
¿Qué significa dar voz al alumnado? ¿Por qué es importante? Es importante asumir que la educación no solo se basa en transferir conocimiento, intentar inculcar o “meter a presión” en la cabeza lo que ignoramos, sino en discutirlo y en alimentarnos de la ignorancia de una forma más cuidada, dejando que el alumno llegue a sus propias conclusiones guiándolo por el camino correcto, tal y como citaba Howard G. Hendricks “La enseñanza que deja huella no es la que se hace de cabeza a cabeza”.
La intención es saber comunicar y pretender que la comunicación no solo sea cosa del docente, sino de un conjunto de relaciones en las que el alumno debe ser el objetivo y núcleo esencial para el logro de nuestras metas en la difícil tarea de educar.
Son muchas las personas que terciaren en la labor de educar, y es por ello que cada una de ellas debe adoptar su rol para cambiar, mejorar y asumir la importancia y el arte de la enseñanza. Debemos formar una cadena donde el alumno sea el enlace prioritario que provoca la unión. Es por ello que el cambio ha de estar destinado a la mejora del desarrollo íntegro del alumno a través de los logros que debe marcarse el mentor para facilitar el camino, allanarlo y no obstaculizar como, por desgracia a veces, se ve en las aulas.
Son muchos los autores que hablan sobre la importancia de la voz del alumnado en el aula para el desarrollo de una educación más autónoma del discente así como la presencia de un mentor que facilite el cambio, un cambio donde el docente ha de quitarse la venda y ver más allá de lo que a simple vista podemos palpar. Así Stenhouse, en uno de sus textos, nos aclara con una cita lo que ilustramos: “los docentes podían cambiar el mundo del aula, pero solo lo harían cuando lo comprendieran”.